El día que elegimos dejar de sobrevivir para empezar a liderar.
Una marca con más de 70 años de historia, una industria en crisis global, y una elección estratégica que marcó el inicio de una transformación sin precedentes.
En determinados momentos, las empresas —como los grandes linajes— enfrentan una disyuntiva vital: preservarse o transformarse.
Fonseca, con más de siete décadas de legado en el cuero, eligió lo más difícil: renacer.
Lo hicimos en silencio, con la conciencia profunda de que las marcas verdaderas no se reinventan desde el marketing, sino desde su esencia más íntima. Por eso, tomamos una decisión que marcaría un antes y un después: convocar a Leo Requelme.
No fue una contratación. Fue un acto de intuición, de riesgo medido y de confianza estratégica. Pero sabíamos que el desafío que teníamos por delante era inmenso: reconstruir una marca con historia sin perder su alma.
Reposicionarla globalmente, desde el lujo, sin traicionar sus raíces industriales.
Digitalizar procesos, sin perder el calor del oficio.
Ser contemporáneos, sin ser pasajeros.
Leo Requelme no fue elegido por lo que hacía, sino por lo que era capaz de ver.
Su intervención no se limitó a rediseñar una estética o proyectar una campaña: fue una cirugía conceptual, emocional y estructural.
Una transformación narrativa, tecnológica y simbólica que alineó lo que Fonseca era con lo que estaba destinada a ser.
Lo que cambio para siempre
Redefinimos el alma de la marca: de proveedor industrial a referente global del cuero sofisticado.
Desarrollamos un ecosistema digital multilingüe, sensible, inteligente y con voz propia.
Incorporamos inteligencia artificial, branding emocional y diseño experiencial en cada punto de contacto.
Creamos nuevos espacios de networking donde se cruzan moda, arte, industria y visión.
Construimos un relato potente, genuino y globalmente resonante, con resultados concretos.
¿Por qué lo contamos?
Porque toda gran transformación merece ser contada.
Porque Fonseca no es solo una empresa: es una idea que resistió al tiempo.
Y porque, cuando una compañía en caída libre elige reconfigurarse en clave de grandeza, eso se convierte en una declaración al mundo.
Fonseca es hoy lo que es gracias al coraje de sus dueños, la convicción de sus directivos, la entrega de sus equipos y, también, la audacia de haber convocado a un autor que pudiera interpretar su verdad y convertirla en símbolo.
Ese autor fue Leo Requelme.
Y su firma está en cada detalle de esta obra llamada Fonseca.
